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Convivir con el Covid-19: el impacto en el sector agroalimentario

Esta es una pandemia que la tendremos por largo tiempo a menos que logremos una inmunización a gran escala, como ejemplo de lo que sea hecho con la viruela y que tomó muchos años.  Sin embargo, hay que destacar que la comunidad científica conoce sobre coronavirus, pero en este caso no sabemos cuál será el comportamiento de éste en especial.

Existen incertidumbres de cómo será su comportamiento desde el punto de vista estacional, que solamente el tiempo nos dirá. Aparentemente el virus tiene un comportamiento agresivo y de alto contagio en el invierno, menos impacto en otoño y primavera, y mucho menos en verano, pero el tiempo nos confirmará el impacto estacional que tendrá sobre el virus.  Lo que está claro en la comunidad científica que esto parará cuando se tenga una inmunización completa de la población.

Ahora la inmunización puede lograrse de dos formas, la primera, cuando el virus se esparce a través de una gran parte de la población mundial causando enfermedad y muerte; y la otra a través de la vacunación.  Ante esta situación, la comunidad científica está trabajando contra reloj para conseguir una vacuna que cumpla con todos los procesos, protocolos y requisitos antes de ser usado en humanos, lo que implica que se requiere 12 meses como mínimo para lograrlo.

Por otro lado, la posible inmunización por el esparcimiento del virus en la población, pero con muchas dudas y falta de información en la comunidad científica, si es que las personas adquirirán inmunidad después de haberse contagiado. Existen algunas evidencias, que los infectados desarrollaron algún tipo de anticuerpo de acuerdo con lo que se ha visto en China y otros países, pero no sabemos la capacidad de protección que estos anticuerpos pueden desarrollar para ayudar a la gente.

Ahora la pregunta que se hace la comunidad científica es cuánto durará esta posible protección adquirida ¿meses? ¿años? Aun no se sabe.  Creo entonces que los estudios epidemiológicos e investigaciones deben enfocarse a cuánto puede durar la protección.  Mucha información la tendremos después de esta cantidad de contagios e infecciones alrededor del mundo.

Lo que está claro es que esta pandemia la podremos mitigar, aplanar la curva de contagios, como se está haciendo en la mayoría de los países, pero no la podemos detener. Lo que nos lleva a la pregunta de cuándo y con cuales resguardos regresamos a nuestras vidas cotidianas, al trabajo, a las escuelas, a las universidades, a la vida normal.

Con estos antecedentes, llegamos a una conclusión que tendremos que aprender a vivir con esta pandemia.  ¿Pero cómo impacta esta situación a la economía y en especial al sector agroalimentario? ¿Y Qué hacer?

La pandemia trae consecuencias y hay perdedores y ganadores; la realidad y lo que se observa en la mayoría de los países afectados es que los servicios médicos y hospitalarios, insumos para la limpieza y desinfección, servicios de TIC, e-commerce, la agricultura, la industria de alimentos y retail son los ganadores. Adicionalmente, está claro que las personas dependen de las cadenas de suministro para la nutrición, para la alimentación, hablamos de seguridad alimentaria.

Por otro lado, si bien la salud pública es la máxima prioridad ahora para nuestros países, mantener a la sociedad y la economía en un confinamiento total durante demasiado tiempo tendría consecuencias negativas involuntarias, y ya empezamos a ver ciertas situaciones que están impactando en la producción primaria y en la cadena de diferentes rubros.

El toque de queda y paro podría significar una disminución de la provisión de alimentos en los países.  Las restricciones de movilizaciones pueden afectar la movilidad de inmigrantes que trabajaban temporalmente en el sector agropecuario, pero nos solo a ellos, estamos viendo como muchos trabajadores del campo no pueden llegar o acceder a las unidades de producción, empacadoras o industrias de alimentos. En los países ya hay muchas declaraciones de asociación de trabajadores e industrias que han comentado de ausentismos que llegan al 40%, a esto se suma las recomendaciones de distanciamiento social que hace mucho más complejo la movilización desde sus casas a los sitios de trabajo. Se podría pensar en una pérdida enorme de productos que no podrán cosecharse si no se resuelve este problema de mano de obra.

En muchos países latinoamericanos, los agricultores están complicados con las exportaciones por aire y también marítimas.  Hay problemas vinculados al transporte, que va desde falta de choferes, restricción en los envíos, problemas de puertos y servicios por mar y miles de vuelos cancelados que pondrán en estrés a la cadena de suministro de alimentos.  Si bien los retailers y supermercados en este momento tiene stocks suficientes creo que en los próximos meses podrían sufrir de alguna dificultad para el abastecimiento de alimentos.

A esto debemos sumar la realidad y percepción generalizada de la debilidad de los sistemas nacionales de salud pública.  En el caso del sector agroalimentario, las presiones empiezan a darse por la higiene del personal que manipula alimentos y a las prácticas y medidas que garanticen inocuidad.  Es importante recalcar, que no se ha comprobado que el Covid-19 se transmite por alimentos, pero si es cierto que hay un temor generalizado por la sociedad en general de contraer la enfermedad por contacto de las superficies de empaques, bolsas, o cualquier artículo que puede contener partículas de secreciones de personas enfermas.

Algunas regiones empiezan a tomar medidas de orden regional, en el caso de los países miembros del Consejo Agropecuario del Sur (CAS) que son Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile donde participó como invitado Perú anunciaron una estrategia sanitaria para el trasporte de alimentos que abarca el monitoreo de la salud de choferes y manipuladores de alimentos, así como las prácticas de higiene que garanticen inocuidad.

Promotores y agroexportadores están diseñando programas de evaluación para sus sistemas de gestión de la calidad e inocuidad que refuercen la confianza en los mercados y clientes de la calidad e inocuidad de sus productos.

En Ecuador por ejemplo, se está impulsando la comercialización de canastas alimentarias que son preparadas directamente por los agricultores y que se ponen a disposición del público en general, de acuerdo al Ministerio de Agricultura del Ecuador, Agrocalidad que es la agencia de control sanitario y fitosanitario del país, dice, que se están tomando todas las medidas para garantizar la inocuidad de estos productos.

Algunas recomendaciones generales de este análisis, primero, las medidas futuras deben diseñarse y prepararse de tal manera que, por un lado, garanticen una buena atención médica y, por otro lado, puedan mantenerse durante los períodos de tiempo necesarios. La planificación de una transición debe comenzar de inmediato con la elaboración de políticas de estado, la administración y gestión de la crisis, y la interacción del sector privado, las empresas y otras organizaciones y actores de la sociedad civil.

Los países deberían crear un grupo de trabajo nacional de expertos y representantes públicos que haría recomendaciones sobre cómo aliviar las restricciones en el trabajo y la vida pública, y cuándo deberían las industrias reiniciar la producción.

Desde el punto de vista del sistema sanitario de los países, primero entender que, a mi criterio, el COVID-19 es una enfermedad zoonótica (a pesar de que hace falta muchos estudios e investigación para llegar a esa conclusión) por lo que debemos evaluar el estado de sus sistemas sanitarios que incluye la salud pública, salud animal y vegetal, para ver su capacidad de responder a emergencias sanitarias, vigilancia epidemiológica, capacidad analítica, entre otros.

Fundamental fortalecer los mecanismos de análisis de riegos sanitarios que permitan una correcta evaluación de los problemas, su adecuada gestión y una correcta estrategia de comunicación de riesgos.

Establecer estrategias con los gremios, sector privado, y autoridades seccionales en los países para establecer un mecanismo de capacitación y reforzamiento de higiene personal y de los alimentos que garantice su adecuado manejo y gestión para la inocuidad de los alimentos a lo largo de la cadena y haciendo énfasis en los servicios de delivery.

Me llamo Jaime Flores M., soy Doctor en Bioquímica de Alimentos, tengo dos hijos y vivo en Guayaquil, en el Ecuador.

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