No deseo sorprender a alguien con esta historia, pues no es una historia única y ni tampoco sorprendente, pero es la historia de millones de personas en este mundo. Es la historia solitaria, íntima y también vernacular que ocurre a cada día, en una gran parte de las vidas.
Nací y vivo en la capital peruana, una linda ciudad que está entre el desierto y el mar, es un lugar al mismo tiempo seco y húmedo, pues casi no llueve, o más exactamente raramente llueve (en Lima las casas más humildes no tienen techo por no ser necesario, porque como no llueve…), pero el mar trae una humedad muy grande que permite a pocas plantitas vivir. De hecho pocos árboles se ven en Lima, pero no por eso deja de ser una linda ciudad, pues lo poco verde que tiene es sustituido (no creo que a la misma altura) por una cultura milenaria incaica que nos brinda con música, bailes, comida de primera calidad, ropa muy linda y colorida y un premio Nobel de literatura.
Mis papás vinieron de una ciudad que está al norte, llamada Cajamarca y aquí en Lima tuvieron sus 3 hijos, que todavía viven todos en la misma ciudad, lo que para eso es una gran felicidad.
Me casé, en un hermoso día de sol, estaba muy feliz en ese día, un momento que yo pensé que sería el primer día del resto de mi vida. Estuvimos juntos por 18 años y de ese matrimonio tuve tres hijos, dos varones y una chica, que me dan mucha felicidad y, claro algunas preocupaciones también, pero en general ellos todos son chicos muy buenos.
Lamentablemente nuestro matrimonio por motivos que no caben aquí, no anduvo y nos separamos, pero él no quiso seguir con sus obligaciones de papá, así es que, a pesar de mi esfuerzo para que esto no pasara, tuve que demandarlo en la justicia para que me ayudara con un mínimo de aporte financiero, para pagar el alquiler del pequeño departamento en que vivo y, también, la escuela de los niños.
Yo, desde ese día que me separé tuve que empezar a trabajar, para mantener a mis tres hijos que viven conmigo, soy camarera de un hotel en Miraflores (un barrio muy bonito de Lima), son ocho horas de trabajo todos los días, más media hora de ida, más 30 minutos de vuelta para locomoverme de casa al hotel, son 9 horas en general que dedico a mi trabajo.
Nunca más quise casarme, ni conocer a alguien más, pues deseo ser una “palomita” libre, si posible sonridente, no molestar a nadie y tampoco ser molestada, así es que sigo sola, con mis hijos que en pocos años más deben casarse o tornarse profesionales e irse buscar a su destino. Pero eso no me da miedo, es una convicción mía, que seguir sola es lo mejor.
Me llamo Marisol Sedano, soy camarera y vivo en Lima, la capital de Perú