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Cuando la vida es un sueño

Yo tenía 13 años cuando mis papás me invitaron a un casamiento en una hacienda, en la zona rural de la ciudad de donde vivíamos, Itapeva, en el estado de São Paulo, Brasil. Pensé:

¡Qué lata!!! Ir a un casamiento durante el día y además de eso, sin conocer a nadie… Cosas de adolescente.

Finalmente resolvi ir y, cuandollegué me encontréconlapareja y los fui a saludar. Cuando los saludé vi al novio más lindo que ya había visto en mi vida y preferí no creer que él se estaba casando… El novio permaneció en mi cabeza por algunos meses, pero yo sabía que era un absurdo pensar en él, pues yo era apenas una adolescente y él ya era un hombre, ahora casado, y con familia formada.

Mi familia se fue de Itapeva (ciudad donde crecí libre para jugar en las calles, tener muchos amigos de la escuela, de la iglesia y donde yo fui muy feliz), cuando tenía entre 16 y 17 años. Cuando nos fuimos, me prometí que un día volvería a vivir allí, pues entendía que ahí estaban mis raíces y mi felicidad.

Años se pasaron, tuve otro novio, y estaba terminando mi curso de facultad de Enfermería en Itajaí, una ciudad en otro estado, en Brasil, cuando fui a pasar el año nuevo de 1999-2000 en Itapeva.

La fiesta de año nuevo fue en la casa de la hermana del novio cuyo casamiento yo había ido, y ya se habían pasado 10 años. Él ya no era más novio, era un soltero, de nuevo… Y él estaba en la fiesta. Pero ese no era un momento para apasionarme, era mi último año de universidad y yo ya tenía un empleo seguro en Portugal. Pensé:

– No, no, no. No puedo apasionarme, pues mis papás me matarían, pues además de mis planes profesionales, aquél exnovio, era 15 años mayor que yo.

 

vivendo um sonho

Pero la vida, a veces, nos hace bromas, que mismo queriendo no conseguimos escapar. Conversé con el ex novio, por horas, salimos de la fiesta y le expliqué que no podríamos quedarnos juntos, otra vez, por mis planes de carrera profesional.

Volví a Itajaí, para la casa de mis padres y pasada una semana, el ex-novio, me quería ir a ver. Pasó el fin de semana conmigo y en ese instante nos pusimos de compromiso, a pesar de que la distancia de 600 quilómetros entre Itapeva e Itajaí (donde yo vivía) hacia con que todo fuera más difícil.

Curiosamente y como obra del destino, después de 6 meses, tan pronto me recibí, pasé en un concurso para trabajar en la municipalidad de Itapeva y fui contratada inmediatamente.

Ahí, no hubo caso, seguí mi noviazgo, nos casamos meses después y hoy el lindo novio es mi esposo, estamos casados a más de 17 años, vivimos en comunión perfecta, viviendo juntos lo mejor de Dios para nuestras vidas, formamos una familia, tenemos dos lindas hijas y todo lo que soñé, en casarme con él, en volver a vivir a Itapeva, en ejercer mi profesión, se tornó realidad. Solo puedo concluir que mi vida es un sueño.

Autor
Me llamo Alexandra Araneda Schreiner, soyenfermera y profesora, vivo en el interior de São Paulo, en la ciudad de Itapeva, Brasil.

 

Cuando la vida es un sueño
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