1.155 leituras

Viviendo un huracán

Viví durante algunos años en Miami, una ciudad que me aceptó muy bien y que yo considero como mi segunda casa y Estados Unidos mi segundo país pues allá tuve y tengo a muchos amigos y dejé viviendo a mi mamá que todavía disfruta mucho de la ciudad, de su gente y del país. Además tuve la oportunidad de estudiar y recibirme en los estudios académicos en una universidad de Miami, lo que me confirió un conocimiento sobre negocios, que aún hoy aplico a mitrabajo. La vida en esa ciudad es muy bonita, y vivir ahí es muy bueno pues es una ciudad grande, hoy con casi 400.000 habitantes, pero muy tranquila, buen tráfico de auto y con muchos recursos. Además es linda porque está en una zona tropical, ahí está el marlo que le permite tener un clima muy caluroso y muchas horas de sol por año y tiene, también una posibilidad inmensa de formas de recreación, como restaurantes de muchas etnias, museos, playas, deportes, etc…

Claro que no todo es felicidad pues pasé ahí por un episodio muy impactante de mi vida y que nunca más podré olvidar que fue el pasaje del huracán Andrew en la ciudad. Lo esperamos en la casa de un amigo, con otros 4 amigos en un barrio residencial de la ciudad. Ese barrio tenía muchas casas, pero la cuadra que estábamos sumaba por lo menos unas 25 casas. Nos reunimos por la noche, y ahí en ese momento preparamos la casa para lo peor, colocando madera en las puertas y en las ventanas, algunas bolsas de arena en la puerta (para enfrentar alguna posible inundación), compramos mantenimiento de comida y agua potable para por lo menos diez días y nos reunimos en el living para cenar, charlar, tomar un rico vino y esperar el Andrew. En ese entonces el Andrew era el más fuerte de la historia pues cuando llegó a las Bahamas, ya era considerado como huracán de grado 5 y contaba con vientos de más de 278 km/hora.

Para mí, que nunca había pasado por algo como eso, era una fiesta, algo novedoso, pero cuando el huracán comenzó a llegar, no creía que fuera algo tan fuerte. Comienzo a asustarme cuando antes mismo que el Andrew llegara escucho a un león rugiendo, pensé que se hubiera escapado del zoológico peroese es el sonido que se escucha cuando pasa un huracán, y ese tremendo ruido permanece por unas aterrorizantes 6 horas seguidas.

Cuando llega el huracán a Miami y a nuestra casa la impresión es que nos íbamos a morir, pues los vientos movían toda la casa… En ese mismo instante escucho que un auto dispara alarma, pero la casa sigue moviéndose y haciendo un ruido aterrador, que me muestra que eso realmente no sería una fiesta pues además del ruido aterrorizante temíamos que el techo se volara y quedáramos con las cabezas desprotegidas.

um-furacão

Por suerte, como unas dos horas después, el viento se vá, pero el ruido sigue, y el ruido del alarma del auto también y pienso:

Porque el dueño de ese auto no lo desactiva, como hay gente irresponsable!

Pero lo peor ya había pasado, nos fuimos a dormir y cuando despertamos, mismo antes del desayuno, todos nosotros curiosos por lo que había pasado en los alrededores, salimos para ver el vecindario. Abrimos la puerta y verificamos que el agua estaba casi hasta el límite de las sacas de arena que habíamos colocado en la puerta, por no más de 10 centímetros el agua no invade nuestra casa. Pero prácticamente todas las casas que no colocaron bolsas estaban inundadas, y entre todas las 25 casas de la cuadra, solamente nuestra casa y otra todavía tenían techo, todas las otras estaban destechadas…

Además, vimos como inúmeros postes estaban caídos dificultando el paso de los autos, pero lo peor fue quedar sin electricidad por unas dos semanas, y sin agua, por lo menos por una semana…Una semana sin agua es terrible pues en un calor tropical, como es el de Miami uno suda constantemente.En los primeros días nos bañábamos en el mar, pero al salir con sal en el cuerpo, realmente nuestro problema no se solucionaba. A los dos días, suerte la nuestra que encontramos una cañería rota que goteaba una gota por segundo y ahí nos fuimos bañar todos los 5. Nos demoramos por lo menos una hora y media para bañarnos al ritmo de una gota por segundo.

Con comida, agua para tomar, la casa sin mayores daños estábamos tranquilos, pero nos sorprendimos cuando al día siguiente cuando nos fuimos bañar en el mismo lugar con la cañería rota y nos deparamos con una multitud de por lo menos 50 personas esperando para bañarse.

Fueron momentos terribles, de mucha privación y mucho sufrimiento al sentir un olor terrible de carne podrida(de peses y de animalitos y de neveras sin electricidad) por toda la ciudad.Otro aspecto que asusta a cualquiera ver es el vandalismo que se desató en varias zonas de la ciudad, con gente saqueando tiendas, robándose televisores, cocinas, etc. Además me recuerdo los yates que salían desde una marina hasta el otro lado de la calle, llegué a presenciar embarcaciones de 60 pies que habían sido desplazadas de la marina a 150 metros para las calles de la ciudad. Realmente, cenas de terror.

A propósito, el auto con el alarma disparado era mío, y cual no fue mi sorpresa al ver que un poste salió volando le quebró la ventana del motorista y le presionó la bocina hasta que la batería se agotara…

 

Autor
Mi nombre es CZG, soy empresario, tengo 5 hijos y vivo en Lima, la capital de Perú.

 

Viviendo un huracán
Avaliação: 5 estrelas
Total de votos: 7

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *